Paradigma
aristotélico
Dos éticas fueron escritas por Aristóteles:
Ética a Eudemo que pone en
evidencia algunas influencias platónicas y Ética a Nicómaco que es la
versión definitiva de la ética aristotélica puesto que pertenece al tercer
período.
La ética de Aristóteles, es, en primer lugar, una ética de la
felicidad... pero también es una ética de la virtud ya que ésta es el medio por
excelencia para alcanzar la felicidad.
La felicidad, consiste en el ejercicio perfecto de la actividad
propia del hombre. Tal actividad no es otra que la actividad del alma que para
que sea perfecta debe ser acompañada por todas las virtudes.
Hacia el final de la Ética a Nicómaco, Aristóteles afirmará que
la actividad más propia del hombre y la que mayor felicidad le proporciona es
la contemplación teórica: es decir, la sabiduría. Así es como el
empirismo ético lo lleva a un a posición ecléctica: la felicidad consiste en
equilibrar virtud, contemplación y bienes exteriores.
Aristóteles se aleja del intelectualismo socrático que vincula a
la virtud con el conocimiento. Para él, la virtud será la disposición del alma,
es decir, la capacidad y la aptitud de esta para comportarse de un modo
determinado:
"No basta que la acción tenga un carácter determinado para
que la conducta sea justa o buena; es preciso también que el hombre actúe de un
modo determinado ante todo, que atue a sabiendas; en segundo lugar, que proceda
en razón de una decisión conciente y que prefiera esa acción por si misma;
finalmente, que actúe desde una posición firme e inquebrantable" Aristóteles, Etica a Nicómaco
La virtud entonces, se adquiere a través del ejercicio y
el hábito, es decir que para que un hombre se haga justo, es menester
que practique la justicia. Aristóteles considera que nadie se hace justo por
"naturaleza" (aunque una predisposición natural sea importante) ni
tampoco resulta suficiente la enseñanza.
Para Aristóteles, la virtud cosiste en un término medio, lo cual
no significa mediocridad sino un equilibrio entre los vicios de los extremos.
El "valor" es un justo medio entre la "temeridad" y el
"miedo".
Puede intuirse en esta concepción cierto resto de simetría
pitagórica también adoptada por Platón y así mismo del concepto de
"medida", dominante en la medicina griega contemporánea de
Aristóteles. Al igual que los medios, para Aristóteles, el punto medio no es
una abstracción en general sino que se aplica de acuerdo a las circunstancias
de cada caso. EL hombre prudente, sabrá elegir el justo medio.
Paradigma kantiano
La ética “formal” kantiana
La pregunta fundamental de la ética es: “¿Qué debo hacer?”, aunque
también puede formularse: “¿Qué condiciones debe cumplir una norma moral para
que pueda obligar?”.
·
Las normas morales tienen que
tener validez universal. (Todos deben hacer X)
·
Kant rechaza las éticas del
bien, y las éticas de la felicidad las considera egoístas, porque la
búsqueda de la felicidad no puede fundar normas universales.
·
Propone una ética deontológica
y procedimental No aparece sólo como criterio de búsqueda, sino también
como normal moral. (Imperativo categórico). “Obra de tal modo que la
máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una
legislación universal”.ç
·
LA moral kantiana reposa sobre la
libertad. El imperativo categórico supone que es el sujeto moral quien se
da a sí mismo las normas morales.
·
Es
deontológica y procedimental, porque sólo atiende al procedimiento para
establecer que es lo correcto.
Kant admite de todos modos un correlato
sentimental de la ley moral en su pureza y, muy singularmente, les ruego lo
registren, éste no es sino el dolor mismo. Les leo el pasaje: "En
consecuencia, podemos ver a priori que la ley moral como principio de la
determinación de la voluntad, perjudica por ello mismo todas nuestras
inclinaciones, y debe producir un sentimiento que puede ser llamado de dolor. Y
es éste el primero, y quizás el único caso, en que nos esté permitido
determinar, por conceptos, a priori, la relación de un conocimiento, que surge
así de la razón pura práctica, con el sentimiento de placer o de la pena"
En suma, Kant es de la opinión de Sade. Pues para alcanzar absolutamente das
Ding, para abrir todas las compuertas del deseo, ¿qué nos muestra Sade en
el horizonte? Esencialmente, el dolor."
La ética kantiana hay que situarla en
relación a su época, el siglo de las Luces, el del auge de la física de Newton,
como señala Lacan, "la ética kantiana surge en el momento en que se abre
el efecto desorientador de la física, llegada a su punto de independencia en
relación a das Ding, al das Ding humano, bajo la forma de la
física newtoniana Efecto de la ciencia que cuestiona "todos los lugares y
donde ya nada en esa realidad que hemos aprendido a conmocionar tan
admirablemente, responde a ese llamado de la seguridad del retorno",
Kant publica su Crítica de la razón práctica
en 1788, 8 años antes de la
Filosofía en el tocador de Sade. Ambas obras se sitúan en una
época en la que el optimismo y la bondad sobre el hombre, representados por
Rousseau, han dado paso a un "crecimiento del tema de la felicidad en el
mal"
Es en este contexto que Kant quiere poner a
prueba los mismos mecanismos de la razón sobre los que se asienta el método
científico, tanto de la razón pura como de la razón práctica. Entre los
racionalistas y los empiristas, el criticismo kantiano pretende
discernir de dónde le viene el acierto y la certeza a los
conocimientos científicos, metafísicos y morales. Kant intenta establecer las
condiciones y límites de la razón, a partir de las diferentes formas de ilusión
de la razón (antinomias...).
El uso especulativo de la razón se muestra,
según Kant, deficiente para conocer con precisión lo referente a la libertad de
la voluntad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Por ello, y en
relación al tema que nos interesa, el del uso práctico de la razón, es decir, la
ética, Kant intenta responder a la pregunta de cómo saber racionalmente, con
validez universal para todos los hombres, la rectitud moral de las acciones.
Sostiene, en primer lugar, que no se actúa
moralmente si se obra según emociones o sentimientos, ya que éstos son
empíricos, dependen de la experiencia particular, y no pueden entonces tener
universalidad ni necesidad. Igualmente, la ley práctica que pueda determinar
una conducta moral no puede deducirse a partir de la presuposición de que sea
ningún objeto el que condicione la capacidad desiderativa del hombre, porque de
ser así tampoco se cumplirían las condiciones de universalidad y de poder
determinarse a priori, es decir, de ser adecuado para todos los hombres y estar
al margen de la experiencia, de lo empírico. Para cada uno, los objetos de la
experiencia cambian. De estos presupuestos Kant deduce que "la razón pura
ha de ser práctica por sí sola, es decir, que sin presuponer sentimiento
alguno, y, por ende, sin suponer tampoco las representaciones de lo grato e
ingrato, tiene que poder determinar la voluntad mediante la simple forma de la
regla práctica" La ética kantiana es sin objeto, pues "si a una ley
se le despoja de toda materia, o sea, de cualquier objeto de la voluntad (en
cuanto fundamento para determinarla), no queda nada salvo la simple forma de
una legislación universal"
La forma que toma entonces la ley básica de
la razón pura práctica es: "Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad
siempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una legislación
universal"
Para Kant, la ley moral es aceptada como algo
indiscutible en el interior de los hombres. Se trata de una voz en la
conciencia, que, como señala Lacan, "no tiene otro fenómeno sino algo
significante ya, que se obtiene de una voz en la conciencia"
Así pues, la ética kantiana incluye un
"más allá" de los objetos llamados patológicos, aquellos que
permitirían alcanzar un bienestar, "das Wohl", (lo
provechoso), para orientarse entonces según el bien que indica la razón, das
Gute, (lo bueno).
Paradigma utilitarista
En la ética sostuvo el criterio utilitarista
de buscar el máximo bienestar del mayor
número de individuos, la felicidad general (General Happiness) como
criterio y fin de la moralidad, apelando al sentido
común de los seres humanos para ser tenido como principio y guía de la
acción. Esta doctrina ética sostiene que la felicidad de los individuos, de
cada uno, depende de la de los demás. En la medida en que logro la felicidad de
los demás consigo también la propia, de manera que para un individuo resulta útil lograr la felicidad del conjunto en
el que se encuentra inmerso. Buscar lo
útil consiste en ser práctico, valorar las cosas de manera distinta según el uso que se haga de ellas. Un
cuchillo en sí mismo no es ni bueno ni malo, resultará bueno si le sirve al
conjunto de los individuos para cortar pan o tallar madera y malo si lo
utilizan para matarse. Por tanto, lo malo
es lo inútil para conseguir la
felicidad y lo bueno es lo útil para lograrla. No es correcto decir que
un cuchillo puede ser útil para
matar, ya que el utilitarista, reserva el calificativo de útil, tan sólo para
aquello que, manejado de determinada manera, proporciona bienestar al mayor
número.
El utilitarismo obliga a
repetir constantemente los juicios éticos, que serán relativos al uso que se
haga de las cosas, es decir, a las prácticas o conductas que se desarrollen con
ellas. La religión o la energía atómica no son ni buenas ni malas, no puede
establecerse para siempre la bondad o maldad de algo, sino que depende, en cada
caso, de los resultados prácticos.
Resultará, las más de las veces, que el utilitaristas calificará a las cosas,
vinculadas siempre a conductas, de buenas si resultan beneficiosas y malas si
resultan perjudiciales; resultando algunas de ellas buenas y malas a un mismo
tiempo, al depender de la utilización que se haga de ellas. Así, la energía
atómica es buena (útil, benéfica) en la medida en que proporciona iluminación a
las grandes ciudades y mala (perjudicial) en la medida en que permite fabricar
bómbas atómicas o desechar residuos radiactivos al mar. Esta consideración
ética perdura en nuestros días con el nombre de pragmatismo el cual se caracteriza por hacer depender el juicio
ético de los resultados prácticos y así medir la conducta bajo el criterio de
su eficacia social.
Lo útil, lo bueno y lo
placentero se identifican, estando el utilitarismo emparentado con el hedonismo antiguo, pero mientras que el
hedonismo clásico busca el placer individual el utilitarismo persigue el bienestar
colectivo, bajo la idea de que del bienestar colectivo es del que se puede
derivar el individual. El utilitarista piensa que el individuo es
fundamentalmente egoísta, pero intenta hacerle ver que la mejor dirección que
puede tomar su búsqueda de lo que le es útil para alcanzar la felicidad,
individualmente, pasa por alcanzar el bienestar de los que le rodean;
supeditando el bienestar individual al logro del bienestar colectivo. Lo útil
para el hombre, como ser social, es la mejora de la Sociedad. De ahí que
la mejora de la Sociedad
sea el camino que debe emprender quien sea egoísta y busque lo que le resulta
más útil y placentero, es decir, lo que le pueda aportar la felicidad. La tesis
de fondo es que yo no puedo ser realmente feliz si no lo son también todos los
que me rodean. De todas formas, como lo bueno o malo no dependen de los motivos
de la acción, sino de sus consecuencias, poco importa para los utilitaristas
que se obre por egoísmo o altruísmo, siempre que el resultado sea socialmente
beneficioso para la mayoría. Hay que distinguir entre lo que se desea y lo deseable, se desean muchas cosas que
reportan dolor o más dolor que placer, todo lo cual quedaría fuera del ámbito
de lo que Mill considera como esfera de lo deseable. En Mill la visión social
no es un atomismo de los individuos
sino un organicismo, si el hombre es
un ser social para ser feliz tiene que lograr la felicidad de la Sociedad ,
porque mi brazo no puede ser feliz independientemente de la infelicidad de mis
manos o del resto de mi organismo, ni una celula social con independencia de la Sociedad.
Para los utilitaristas el Todo es mayor que la suma de las partes,
el resultado de las relaciones sociales, que forman la Sociedad ,
hacen de ésta algo superior y distinto a los elementos simples que la
constituyen. De ahí que un elemento simple no podrá lograr sus propósitos con
independencia del Todo y si sus propósitos son alcanzar la felicidad a través
de lo útil, habrá de perseguir lo útil
social como aquello de lo que puede derivarse su placer individual. Ningún
otro sentido encuentra el utilitarismo a la vida en Sociedad que el relativo al
beneficio que de ella pueda derivarse para todos sus integrantes. Considera que
ese es el motivo por el cual los hombres comenzaron a convivir, la utilidad
común, y que esa es la finalidad de este tipo de vida, sin la cual no tendría
sentido mantenerla.
Según los utilitaristas no hay
leyes eternas e inmutables, el mundo cambia y las leyes deben cambiar también
para colaborar en promover la utilidad individual y colectiva. Los derechos
derivan del mismo principio de la primacía de la Sociedad : los derechos de
los individuos tienen que ser aquellos que contribuyan a la utilidad social.
Las ideas utilitaristas han
sido malinterpretadas por el neoliberalismo
que considera que del egoísmo particular
se derivará el bienestar colectivo, porque se han olvidado de que sólo del egoísmo particular orientado hacia el
bienestar general y sancionado por los resultados socialmente benéficos de sus
acciones en la práctica, puede
derivarse el bienestar colectivo que postula el utilitarismo.
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