lunes, 12 de marzo de 2012

Cuales son los Paradigmas Aplicados a la Ética


Paradigma aristotélico

Dos éticas fueron escritas por Aristóteles:

Ética a Eudemo que pone en evidencia algunas influencias platónicas y Ética a Nicómaco que es la versión definitiva de la ética aristotélica puesto que pertenece al tercer período.
La ética de Aristóteles, es, en primer lugar, una ética de la felicidad... pero también es una ética de la virtud ya que ésta es el medio por excelencia para alcanzar la felicidad.
La felicidad, consiste en el ejercicio perfecto de la actividad propia del hombre. Tal actividad no es otra que la actividad del alma que para que sea perfecta debe ser acompañada por todas las virtudes.
Hacia el final de la Ética a Nicómaco, Aristóteles afirmará que la actividad más propia del hombre y la que mayor felicidad le proporciona es la contemplación teórica: es decir, la sabiduría. Así es como el empirismo ético lo lleva a un a posición ecléctica: la felicidad consiste en equilibrar virtud, contemplación y bienes exteriores.
Aristóteles se aleja del intelectualismo socrático que vincula a la virtud con el conocimiento. Para él, la virtud será la disposición del alma, es decir, la capacidad y la aptitud de esta para comportarse de un modo determinado:
"No basta que la acción tenga un carácter determinado para que la conducta sea justa o buena; es preciso también que el hombre actúe de un modo determinado ante todo, que atue a sabiendas; en segundo lugar, que proceda en razón de una decisión conciente y que prefiera esa acción por si misma; finalmente, que actúe desde una posición firme e inquebrantable" Aristóteles, Etica a Nicómaco
La virtud entonces, se adquiere a través del ejercicio y el hábito, es decir que para que un hombre se haga justo, es menester que practique la justicia. Aristóteles considera que nadie se hace justo por "naturaleza" (aunque una predisposición natural sea importante) ni tampoco resulta suficiente la enseñanza.
Para Aristóteles, la virtud cosiste en un término medio, lo cual no significa mediocridad sino un equilibrio entre los vicios de los extremos. El "valor" es un justo medio entre la "temeridad" y el "miedo".
Puede intuirse en esta concepción cierto resto de simetría pitagórica también adoptada por Platón y así mismo del concepto de "medida", dominante en la medicina griega contemporánea de Aristóteles. Al igual que los medios, para Aristóteles, el punto medio no es una abstracción en general sino que se aplica de acuerdo a las circunstancias de cada caso. EL hombre prudente, sabrá elegir el justo medio.

Paradigma kantiano
La ética “formal” kantiana
La pregunta fundamental de la ética es: “¿Qué debo hacer?”, aunque también puede formularse: “¿Qué condiciones debe cumplir una norma moral para que pueda obligar?”.
·         Las normas morales tienen que tener validez universal. (Todos deben hacer X)
·         Kant rechaza las éticas del bien, y las éticas de la felicidad las considera egoístas, porque la búsqueda de la felicidad no puede fundar normas universales.
·         Propone una ética deontológica y procedimental No aparece sólo como criterio de búsqueda, sino también como normal moral. (Imperativo categórico). “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una legislación universal”.ç
·         LA moral kantiana reposa sobre la libertad. El imperativo categórico supone que es el sujeto moral quien se da a sí mismo las normas morales.
·         Es deontológica y procedimental, porque sólo atiende al procedimiento para establecer que es lo correcto.

Kant admite de todos modos un correlato sentimental de la ley moral en su pureza y, muy singularmente, les ruego lo registren, éste no es sino el dolor mismo. Les leo el pasaje: "En consecuencia, podemos ver a priori que la ley moral como principio de la determinación de la voluntad, perjudica por ello mismo todas nuestras inclinaciones, y debe producir un sentimiento que puede ser llamado de dolor. Y es éste el primero, y quizás el único caso, en que nos esté permitido determinar, por conceptos, a priori, la relación de un conocimiento, que surge así de la razón pura práctica, con el sentimiento de placer o de la pena" En suma, Kant es de la opinión de Sade. Pues para alcanzar absolutamente das Ding, para abrir todas las compuertas del deseo, ¿qué nos muestra Sade en el horizonte? Esencialmente, el dolor."
La ética kantiana hay que situarla en relación a su época, el siglo de las Luces, el del auge de la física de Newton, como señala Lacan, "la ética kantiana surge en el momento en que se abre el efecto desorientador de la física, llegada a su punto de independencia en relación a das Ding, al das Ding humano, bajo la forma de la física newtoniana Efecto de la ciencia que cuestiona "todos los lugares y donde ya nada en esa realidad que hemos aprendido a conmocionar tan admirablemente, responde a ese llamado de la seguridad del retorno",

Kant publica su Crítica de la razón práctica en 1788, 8 años antes de la Filosofía en el tocador de Sade. Ambas obras se sitúan en una época en la que el optimismo y la bondad sobre el hombre, representados por Rousseau, han dado paso a un "crecimiento del tema de la felicidad en el mal"
Es en este contexto que Kant quiere poner a prueba los mismos mecanismos de la razón sobre los que se asienta el método científico, tanto de la razón pura como de la razón práctica. Entre los racionalistas y los empiristas, el criticismo kantiano pretende discernir de dónde le viene el acierto y la certeza a los conocimientos científicos, metafísicos y morales. Kant intenta establecer las condiciones y límites de la razón, a partir de las diferentes formas de ilusión de la razón (antinomias...).

El uso especulativo de la razón se muestra, según Kant, deficiente para conocer con precisión lo referente a la libertad de la voluntad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Por ello, y en relación al tema que nos interesa, el del uso práctico de la razón, es decir, la ética, Kant intenta responder a la pregunta de cómo saber racionalmente, con validez universal para todos los hombres, la rectitud moral de las acciones.
Sostiene, en primer lugar, que no se actúa moralmente si se obra según emociones o sentimientos, ya que éstos son empíricos, dependen de la experiencia particular, y no pueden entonces tener universalidad ni necesidad. Igualmente, la ley práctica que pueda determinar una conducta moral no puede deducirse a partir de la presuposición de que sea ningún objeto el que condicione la capacidad desiderativa del hombre, porque de ser así tampoco se cumplirían las condiciones de universalidad y de poder determinarse a priori, es decir, de ser adecuado para todos los hombres y estar al margen de la experiencia, de lo empírico. Para cada uno, los objetos de la experiencia cambian. De estos presupuestos Kant deduce que "la razón pura ha de ser práctica por sí sola, es decir, que sin presuponer sentimiento alguno, y, por ende, sin suponer tampoco las representaciones de lo grato e ingrato, tiene que poder determinar la voluntad mediante la simple forma de la regla práctica" La ética kantiana es sin objeto, pues "si a una ley se le despoja de toda materia, o sea, de cualquier objeto de la voluntad (en cuanto fundamento para determinarla), no queda nada salvo la simple forma de una legislación universal"
La forma que toma entonces la ley básica de la razón pura práctica es: "Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una legislación universal"
Para Kant, la ley moral es aceptada como algo indiscutible en el interior de los hombres. Se trata de una voz en la conciencia, que, como señala Lacan, "no tiene otro fenómeno sino algo significante ya, que se obtiene de una voz en la conciencia"
Así pues, la ética kantiana incluye un "más allá" de los objetos llamados patológicos, aquellos que permitirían alcanzar un bienestar, "das Wohl", (lo provechoso), para orientarse entonces según el bien que indica la razón, das Gute, (lo bueno).
Paradigma utilitarista
En la ética sostuvo el criterio utilitarista de buscar el máximo bienestar del mayor número de individuos, la felicidad general (General Happiness) como criterio y fin de la moralidad, apelando al sentido común de los seres humanos para ser tenido como principio y guía de la acción. Esta doctrina ética sostiene que la felicidad de los individuos, de cada uno, depende de la de los demás. En la medida en que logro la felicidad de los demás consigo también la propia, de manera que para un individuo resulta útil lograr la felicidad del conjunto en el que se encuentra inmerso. Buscar lo útil consiste en ser práctico, valorar las cosas de manera distinta según el uso que se haga de ellas. Un cuchillo en sí mismo no es ni bueno ni malo, resultará bueno si le sirve al conjunto de los individuos para cortar pan o tallar madera y malo si lo utilizan para matarse. Por tanto, lo malo es lo inútil para conseguir la felicidad y lo bueno es lo útil para lograrla. No es correcto decir que un cuchillo puede ser útil para matar, ya que el utilitarista, reserva el calificativo de útil, tan sólo para aquello que, manejado de determinada manera, proporciona bienestar al mayor número.
 
El utilitarismo obliga a repetir constantemente los juicios éticos, que serán relativos al uso que se haga de las cosas, es decir, a las prácticas o conductas que se desarrollen con ellas. La religión o la energía atómica no son ni buenas ni malas, no puede establecerse para siempre la bondad o maldad de algo, sino que depende, en cada caso, de los resultados prácticos. Resultará, las más de las veces, que el utilitaristas calificará a las cosas, vinculadas siempre a conductas, de buenas si resultan beneficiosas y malas si resultan perjudiciales; resultando algunas de ellas buenas y malas a un mismo tiempo, al depender de la utilización que se haga de ellas. Así, la energía atómica es buena (útil, benéfica) en la medida en que proporciona iluminación a las grandes ciudades y mala (perjudicial) en la medida en que permite fabricar bómbas atómicas o desechar residuos radiactivos al mar. Esta consideración ética perdura en nuestros días con el nombre de pragmatismo el cual se caracteriza por hacer depender el juicio ético de los resultados prácticos y así medir la conducta bajo el criterio de su eficacia social.
 
Lo útil, lo bueno y lo placentero se identifican, estando el utilitarismo emparentado con el hedonismo antiguo, pero mientras que el hedonismo clásico busca el placer individual el utilitarismo persigue el bienestar colectivo, bajo la idea de que del bienestar colectivo es del que se puede derivar el individual. El utilitarista piensa que el individuo es fundamentalmente egoísta, pero intenta hacerle ver que la mejor dirección que puede tomar su búsqueda de lo que le es útil para alcanzar la felicidad, individualmente, pasa por alcanzar el bienestar de los que le rodean; supeditando el bienestar individual al logro del bienestar colectivo. Lo útil para el hombre, como ser social, es la mejora de la Sociedad. De ahí que la mejora de la Sociedad sea el camino que debe emprender quien sea egoísta y busque lo que le resulta más útil y placentero, es decir, lo que le pueda aportar la felicidad. La tesis de fondo es que yo no puedo ser realmente feliz si no lo son también todos los que me rodean. De todas formas, como lo bueno o malo no dependen de los motivos de la acción, sino de sus consecuencias, poco importa para los utilitaristas que se obre por egoísmo o altruísmo, siempre que el resultado sea socialmente beneficioso para la mayoría. Hay que distinguir entre lo que se desea y lo deseable, se desean muchas cosas que reportan dolor o más dolor que placer, todo lo cual quedaría fuera del ámbito de lo que Mill considera como esfera de lo deseable. En Mill la visión social no es un atomismo de los individuos sino un organicismo, si el hombre es un ser social para ser feliz tiene que lograr la felicidad de la Sociedad, porque mi brazo no puede ser feliz independientemente de la infelicidad de mis manos o del resto de mi organismo, ni una celula social con independencia de la Sociedad.
 
Para los utilitaristas el Todo es mayor que la suma de las partes, el resultado de las relaciones sociales, que forman la Sociedad, hacen de ésta algo superior y distinto a los elementos simples que la constituyen. De ahí que un elemento simple no podrá lograr sus propósitos con independencia del Todo y si sus propósitos son alcanzar la felicidad a través de lo útil, habrá de perseguir lo útil social como aquello de lo que puede derivarse su placer individual. Ningún otro sentido encuentra el utilitarismo a la vida en Sociedad que el relativo al beneficio que de ella pueda derivarse para todos sus integrantes. Considera que ese es el motivo por el cual los hombres comenzaron a convivir, la utilidad común, y que esa es la finalidad de este tipo de vida, sin la cual no tendría sentido mantenerla.
 
Según los utilitaristas no hay leyes eternas e inmutables, el mundo cambia y las leyes deben cambiar también para colaborar en promover la utilidad individual y colectiva. Los derechos derivan del mismo principio de la primacía de la Sociedad: los derechos de los individuos tienen que ser aquellos que contribuyan a la utilidad social.
 
Las ideas utilitaristas han sido malinterpretadas por el neoliberalismo que considera que del egoísmo particular se derivará el bienestar colectivo, porque se han olvidado de que sólo del egoísmo particular orientado hacia el bienestar general y sancionado por los resultados socialmente benéficos de sus acciones en la práctica, puede derivarse el bienestar colectivo que postula el utilitarismo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario